sábado, 7 de enero de 2012

ROSARIO CASTELLANOS

 “Ahora la palabra anda de boca en boca de mano en mano como una moneda que sirve para cambiar ideas, para trocar opiniones, para comprar voluntades. Pero lo mismo que pasa con las monedas, que a fuerza de uso se desgastan y pierden la nitidez del perfil que les da valor, las palabras van tornándose equívocas, multívocas. Manoseadas, escupidas. Tienen que someterse a un baño de pureza para recuperar su pristinidad. Y esa pristinidad consiste en la exactitud. La palabra es la flecha que da en su ‘su blanco’ sustituirla por otra es traicionar a la cosa que aspiraba a ser representada plena y fielmente, con nitidez, con precisión y no a que se le esbozaran a grandes rasgos confusos, con la brocha gorda del pintor de burlas”



(Castellanos, Rosario. Mujer que sabe latín. Fondo de Cultura Económica. México. 1995:174).

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